sábado, 21 de abril de 2012

¡759 la millor discoteca del Maresme!

Existe una edad en la historia de cada uno que no se olvida jamás, concretamente la etapa de la adolescencia. Un período de la vida en que las máximas preocupaciones son aprobar los examenes del instituto y pasarlo en grande los fines de semana.


Para todos aquellos/ as que tuvimos la gran suerte de conocer y compartir tantos buenos recuerdos en la discoteca 759 (nombre que venía del prefijo del pueblo), espero que disfrutéis de este memorándum.

Recuerdo como si fuera ayer la imagen de una tarde de sábado, las 16:30 y directo a la ducha después de  haber estado chateando por messenger con mis amig@s. Con la toalla anudada a la cintura, iba poniendo la ropa del armario encima de la cama: un polo o camisa de rayas, unos vaqueros rotos o desgastados con el correspondiente cinturón de tachuelas metálicas y unas zapatillas estilo sportif.


Con el pelo algunas veces chafado y otras engominado bajaba a pie hasta la estación de tren. Allí me reunía con varios amig@s, listos para coger el autobús que nos llevaría hasta el Polígono els Garrofers de Vilassar de Dalt. Las risas y las bromas llenaban todo el espacio, haciendo que la emoción fuera creciendo a medida que nos acercabamos a la fiesta.

El autocar nos dejaba en medio de un descampado que se hallaba enfrente de la discoteca. Desde allí nos ibamos a dar una vuelta o a comprar algo para merendar. Cuando ya eran las seis tirando a las siete, nos poníamos en la cola a la espera de acceder al local.



Venía gente de todas partes, no sólo de la comarca del Maresme, sino de Barcelona, Gerona y de hasta más lejos. En la puerta de acceso los porteros te hacían enseñar el D.N.I y si llevabas el flyer oficial tenías descuentos en la entrada.



Una vez en el interior la música house más moderna sonaba a todo volumen. A la derecha el guardaropas, y siguiendo las escaleras principales llegabamos a la sala principal. Al lado de ésta, estaba la sala de la pachanga y en verano había la posibilidad de ir a la carpa y a la terraza exterior.

Cada sábado lo pasabamos genial, rodeado del mejor ambiente y con todos tus mejores amigos/ as. A partir de las 9 te dejaban salir (a veces incluso antes) con el respectivo sello. Entre las once y las doce nos tomabamos unas patatas fritas en la churrería del parking y cogíamos el autobús de regreso a casa.

Luego hubo el cambio de dueño y la remodelación, y la discoteca pasó a llamarse She. De la época del She me quedo con las fiestas de Bachillerato, que fueron espectaculares.

Antes de terminar este escrito quiero que cierres los ojos mientras escuchas una última vez más estas dos canciones.



¡¡¡SOM-HI!!!

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