Ayer celebré con mis amigos y amigas de Barcelona el amigo invisible. Hacía años que no seguía esta tradición, y el hecho de recuperarla me dibujó una gran sonrisa.
Primero nos reunimos tod@s en plaza Urquinaona. Cargados con los regalos bien envueltos y en sus respectivas bolsas. Las primeras auscultaciones e hipótesis de sus contenidos no se hicieron esperar.
Los únicos requisitos que habíamos acordado, eran: un precio asequible (sin pasarse) y que tuvieran un punto picante o divertido.
De allí nos fuímos a cenar a la Txapela del Passeig de Gracia. Un restaurante vasco donde te sirven tapas de toda clase, de una gran cualidad y con un buen servicio.
Finalmente terminamos en el piso de un amigo, y allí abrimos los regalos. Vaya sorpresa nos llevamos cada un@. Lo divertido de estos regalos es lo que haces luego con ellos, y las bromas con estoss fueron numerosas. Jugamos a juegos de mesa, al hombre lobo y hasta al cuarto oscuro (si es que los juegos de cuando eramos pequeños siguen siendo los más divertidos).
¡Una gran noche rodeado de sonrisas y diversión!
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