Cada día que pasa es un día menos en mi existencia.
Pensar en el fin de todo es un gran aliciente para vivir más.
Vivir, vivir, vivir...
Tener ansias por vivir, por hacer cosas, actividades, conocer nuevas personas, lugares por sentir y por experimentar.
Un reloj intenso que marca las horas, los minutos y los segundos.
Tic, tac, tic, tac, el tiempo se acaba.
No es miedo a morir.
Es no haber vivido al máximo.
Hay tanto por vivenciar.
Y no hacemos ni la mitad de lo que desearíamos en esta vida.
Tener presente el final le da un toque de urgencia a todo y a la vez quita sentido a los frenos, los lastres y a los bloqueos.
Permite que puedas lanzarte, que puedas fluir, que puedas deshacerte del miedo y ser tu mismo.
Esto es poder.
Hacer una lista de todo aquello que deseas y pasar a la acción.
¡Carpe Diem!
¡Vive el momento!
Porque el momento es ahora y porque mañana ya habrá pasado.
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