Todas las grandes ciudades disponen de pistas artificiales de patinaje habilitadas especialmente para estos momentos del año.
Un sábado por la tarde de diciembre mi novia y yo decidimos gozar de un rato de patinaje.
Después de ponerse los patines haces cola hasta que te toca tu turno de entrada (la forma de contabilizar es por turnos y grupos).
Justamente al ser el día de los Santos Inocentes había un patinador disfrazado de demonio con el que la gente se hacía fotografías.
Hacía tiempo que no patinaba y pronto refresqué mis capacidades. No es difícil una vez superas la barrera de sostenerte en pie.
Luego ya viene el patinar a mayor velocidad y aprender a patinar de espaldas y derrapar.
El recinto está muy bien adecuado, existiendo una parte exclusiva para los niños.
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