Cuando hablamos sobre la salud en general, existe la tendencia a referirnos únicamente a la salud física.
La salud mental sigue estando en un segundo y poco reconocido puesto.
Por ejemplo ante un dolor corporal iremos al médico de cabecera de inmediato, y con poca vacilación. Pero en el caso de un dolor más en el ámbito emocional o mental, tendremos más reticencias.
Creo que esto se debe a una cuestión cultural y educacional.
Mente y cuerpo están conectados y se influyen mutuamente, pero tendemos a seguir dando más peso a los trastornos o enfermedades del cuerpo.
Para mi son igual de importantes, y creo firmemente que la base se halla en el equilibrio de una buena salud física y mental.
En la situación extrema de que tuviera que elegir entre una de las dos, me decantaría por la segunda.
Me explico: una persona con un cuerpo sano pero con una mente gravemente alterada deja atrás una parte de su humanidad; una persona con un cuerpo gravemente afectado pero con una magnífica salud mental, sigue manteniendo su humanidad (caso de Stephen Hawking).
Una sociedad con una mayor salud mental y emocional podría convertirse en una utopía para el progreso de todos.
La salud mental nos llevaría a mejorar nuestros estados de ánimo, dificultades, aflicciones o trastornos y esto influiría positivamente en nuestras relaciones personales, el entendimiento, la convivencia, el respeto...claves para el sistema democrático en el que vivimos.
La idea es trabajar de dentro hacia afuera, de un ámbito individual a uno colectivo.
Aspiro con compromiso a que construyamos un futuro donde la salud mental sea gratuita, universal y de calidad, con una buena difusión psicoeducativa y un cambio de concepción social y cultural del valor de una buena salud mental.