domingo, 9 de junio de 2013

Conversaciones...

Tener conversaciones pendientes con gente importante en tu vida es quizás una de las experiencias más reconfortantes y liberadoras que existen.

Cuando pasan los años y guardas en tu interior un cúmulo de sentimientos, pensamientos y creencias hacia una persona, y toda esta energía no encuentra forma de canalizarse, sólo genera desgaste.



Yo me sentía así con ciertas personas, pero en especial quería hablar de ciertos aspectos con mi padre.

Normalmente esperamos a que llegué el momento ideal para poder tener una conversación trascendental con una persona, pero lo que suele ocurrir es que aveces es demasiado tarde.

En mi caso no he querido esperar a que fuera demasiado tarde. No quería verme en una sala de hospital, en el lecho de muerte de mi padre, para contarle todo lo que pienso y siento de él. O en su funeral maldiciendo no haber sido lo suficientemente valiente. 

Pueda que exagere, pero un día nuestros seres queridos dejarán de estar a nuestro lado, al igual que lo haremos nosotros.

Es por esto que he dado el paso de escribirle una carta con todas mis reflexiones, para luego poder hablarlas cara a cara.

Hubiera sido horrible no haber podido aprovechar el tiempo que nos queda. 

Me pongo en el lugar de la gente que ha perdido sus padres sin contarles todo lo que querían compartir con ellos, y la sensación que me transmite es de gran angustia y pesar.

Mi propósito era afrontar mi miedo, dar el paso y ser valiente. Porque en el fondo, se que si lo hacía ahora, podría trabajar para tener un buen presente, y a la vez un buen futuro con él.

No me apetecía estar sus últimos 20-30 años de vida sin poder gozar de una gran relación. Y me siento de lo más realizado después de haber cumplido este propósito.

Su sorpresa fue excepcional. Le emocioné muchísimo con la carta, y al hablarlo cara a cara pudimos llegar a  aclarar muchas dudas y sentimientos. La gente tiende a tomárselo bien. Son sentimientos que provienen de lo más profundo, tal sinceridad ya transmite un gran esfuerzo en la otra persona.

Mi consejo sería que si tienes conversaciones pendientes no dudes en afrontarlas. Por muy mal que estas fueran, al menos lo habrías intentado. Habrías dado el gran paso y eso ya es una victoria.

¡Ánimos!