Rusia I: San Petersburgo

Este agosto he tenido como destino de vacaciones Rusia. Justamente las zonas más occidentales, San Petersburgo y Moscú; que aunque dentro de Europa, la distanncia que nos separa con España es de 3.000 km.

Hemos realizado el circuito de Rusia Histórica, que es un trayecto por los edificios, monumentos y lugares más emblemáticos y relevantes de la esencia del pais.

Tras unas 12 horas de recorrido en avión, esperas, embarques y cambios de aeropueto llegamos a San Petersburgo. Ésta es la segunda ciudad más importante del pais (se vive un sentimiento similar a lo que ocurre con Madrid y Barcelona, en el caso de España).

El clima es fresco y nos llovió bastante sobretodo los primeros días. El tiempo  es variable durante un mismo día debido a la falta de montañas. Aunque una vez llegamos a Moscú todo cambió. Las temperaturas se mantuvieron cerca de los treinta grados, añadiendo una gran humedad. Rusia es un país totalmente recomendable de visitar en verano ya que en invierno pueden llegar a superar la barrera de los veinte y treinta grados bajo cero.

Su fundación por el zar Pedro el Grande se remonta al siglo XVIII y ha vivido toda clase de eventos históricos. Antigua capital del país, hasta que durante la revolución rusa su exclusividad fue tomada por Moscú. Durante la II Guerra Mundial fue asediada por los alemandes y no fue conquistada (atención, Stalingrado es otra ciudad).

Durante los primeros día, pudimos apreciar emplazamientos destacados de la ciudad como: la Plaza del Palacio, el Palacio de Invierno, las Columnas Rostrales, Iglesia de la Sangre Derramada (o Iglesia de la Resurrección)...

En la Avenida Nevsky (avenida principal de la ciudad), visitamos el Palacio del Almirantazgo, la Catedral de Nuestra Señora de Kazan, el Jardín de Catalina con el Teatro Alezandriski y los almacenes Eliseevsky.

San Petersburgo es considerada la venecia del norte, ya que tiene muchos canales e islas. Es el caso de la fortaleza de Pedro y Pablo (antigua prisión política del zar), que está acompañada de la catedral donde están las tumbas de la Dinastía Romanov.

Sobre la dinastía de los Romanov, nos contaron que la leyenda de que algunos de sus miembros habían sobrevivido era totalmente falsa (caso de las falsas Anastasias que sólo buscaban la herencia de la fortuna real).

Pero lo que más me impresionó fue el Museo del Ermitage. Sólo el propio edificio ya despierta gran belleza, con sus colores verde mate, y sus revestimientos de pan de oro. En su interior las mejores colecciones del mundo en toda clase de arte: egicipcio, griego, romano, oriental, medieval, renacentista, moderno... (obras de Leonardo Da Vinci, Rembrandt, Gauguin, Vincent Van Gogh, Matisse...).

El metro funciona con fichas metálicas que parecen piezas de un juego de mesa. Para acceder al andén debes tomar las escaleras mecánicas, que descienden a más de veiente metros (la primera vez da bastante impresión mirar hacia abajo). Toda la ciudad dispone de sus letreros traducidos a nuestro alfabeto, así que no os preocupéis por si no entendéis el alfabeto cirílico.

Antes de dejar la ciudad hicimos una última visita a losjardínes y el palacio de verano de la reina Catalina I. Una auténtica maravilla tanto exterior como interior. Por desgracia con la invasión nazi fue totalmente destruido (las grandes piezas y obras que contenía fueron preservadas en Siberia, semanas antes de la llegada de los alemanes), y ahora se encuentra aún en proceso de restauración. La habitación más espectacular es la sala de ámbar (una sala toda llena de este increible material).

En mi segunda parte de este viaje os contaré las aventuras del trayecto de San Petersburgo en tren, directo hacia Moscú.