A lo largo de nuestro día a día son muchísimas las emociones que llegamos a sentir. Ya sea alegría, dolor, amor, sorpresa, ira, vergüenza, deseo... Aunque la gran mayoría de las veces no somos conscientes de ellas.
Por ejemplo ¿cómo te has sentido hoy?, ¿serías capaz de reconocer algunas de las emociones vividas?, ¿con qué intensidad las has percibido?, ¿qué las ha originado?, ¿cómo has reaccionado?...
Es posible que hayas sido capaz de responder a la gran mayoría de las preguntas formuladas, pero también es muy probable que si no estuvieras leyendo estas líneas, hoy no hubieses realizado ninguna clase de autoreflexión.
Esto se debe a que pasamos la gran mayoría del tiempo sin prestar demasiada atención a lo que sentimos o a lo que pensamos. Es entonces cuando entramos en un ciclo de funcionamiento autónomo o de "piloto automático" en el que nos podemos sentir nerviosos/ as, contentos/ as, angustiado,/ as cansados/ as, enfadados/ as... sin conocer muy bien las causas ni como manejar estos estados.
1.- En primer lugar debemos aprender a reconocer las emociones que sentimos a lo largo de nuestro día a día. Esto es tan sencillo como en cualquier momento de la jornada pararse y preguntarse, ¿cómo me siento?. Dialogar con uno mismo en busca de respuestas sin prestar mucha atención a la autocensura (olvídate de excusas; que menos que dedicarte diez minutos al día para pensar en ti).
Ponerle un nombre a ese cúmulos de sentimientos hará que cada vez nos sea más fácil su reconocimiento. Para ello puedes escribirlo, pintar un dibujo, hacer formas con el barro, verbalizarlo en solitario o compartirlo con alguien cercano.... No te preocupes si al principio tienes dificultades, es cuestión de entrenamiento.
A continuación busca que ha originado esa emoción. Ya sea una disputa con un amigo/ a, un reto futuro que se aparece de forma amenzante, o un error que creas haber cometido... Ahora reflexiona sobre los pensamientos que estos sucesos te generan. Por ejemplo, ¿qué piensas cuando estás triste, enfadado o nervioso...?
Un paso más allá sería pensar en como has reaccionado a partir de estos sentimientos.
Todas estas reflexiones te ayudarán a aumentar la consciencia sobre ti mismo/ a, proporcionándote una valoración más razonada y amplía de tu realidad.
2.- En segundo lugar debemos abrazar la emoción. Esto significa ser coherentes con nosostros/ as mismos y aceptar lo que pensamos, sentimos y como nos comportamos. Esta actitud puede parecer sumamente compleja para muchas personas, sobretodo entre aquellas que solemos responder a nuestros sentimientos con evasiones, negaciones, represalias... Puede que no nos guste lo que pensamos, sentimos o como actuamos, pero si no somos francos con nosotros y nos enfrentamos de forma directa, el cambio nunca va a llegar.
3.- El tercer paso es responder correctamente. Aprender a manejar de la forma más adaptativa posible nuestras emociones. Cómo deberíamos responder a nuestras emociones y cómo podemos cambiarlas por otras que nos hagan sentir mejor.
Preguntarnos siendo lo más sinceros posibles: ¿cuál sería para mí la mejor manera de responder cuando me siento x?, ¿cómo quiero realmente sentirme?, ¿qué puedo hacer para lograr ese estado emocional?...
Algunos ejemplos:
· Si estamos enfadados o enfurecidos, ¿qué mejores alternativas existen a gritar y dar golpes? ¿quiero realmente sentirme relajado y tranquilo? ¿serían útiles en mí la meditación u otras técnicas de relajación?
· Si nos encontramos tristes o deprimidos, ¿qué puedo hacer que sea mejor que estar encerrado en casa y metido todo el día en la cama? ¿quiero realmente volver a estar alegre y contento/ a? ¿podría ayudarme ir a tomar un café con un amigo/ a o salir a prácticar deporte?
· Si nos sentimos temerosos o asustados, ¿qué conductas puedo empezar a desempeñar que no sean eludir, negar o retrasar el problema? ¿quiero realmente sentirme como una persona capaz y valiente/ a? ¿cumplir de una vez por todas aquello que tanto temo terminaría con el miedo que siento?
...
*** La gestión de las emociones es una área de la salud humana que debe tratarse por medio de profesionales cualificados y especializados. El anterior escrito sólo es una breve introducción orientada al autoconocimiento. En ningún caso he pretendido redactar una guía clínica con el suficiente valor de sustituir una intervención terapéutica.
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