Preguntarse por la muerte de uno mismo, meditar sobre ella, y planteárselo de una forma seria y razonada, es una manera de explorar tus propios valores personales.
Ver y reconocer si estás orientado a ellos o no lo estas.
Y lo más importante darte cuenta de su prioridad.
La felicidad va muy relacionada con el cumplimiento de nuestros propios valores.
Somos seres animales con capacidades para razonar.
El predominio de nuestro neocórtex, hace que podamos superar nuestros instintos más básicos.
Así, de esta manera, podemos cambiar nuestra misión vital como animales (cerebro reptil y de mamífero) de consagrar nuestra reproducción (la preservación de la especie) como único objetivo vital.
Nuestra nueva misión y visión de la vida puede ser la de alcanzar la felicidad. El gozar de la vida como una meta a la que poder llegar.
Igualmente ambas misiones y visiones pueden ser compartidas. Esta es la gracia de la capacidad de raciocinio, que nos permite poder idear mecanismos para poder llegar a todo.
El equilibrio es la clave de estas situaciones, en las que como una balanza se encuentra el punto justo.
También destacaría como sentido de la vida, el hecho de hacer felices a los demás.
Primero obviamente has de ser tu mismo feliz.
Si no lo has logrado... se convierte un poco en la metáfora de la fuente que se haya seca, y que por lo tanto no puede abastecer al sediento.
La Pirámide de Maslow muestra el grado o nivel de necesidades en el que nos hayamos (o al que queremos llegar).
Pero esta es muy subjetiva para definir la felicidad.
Por ejemplo habrá gente que sólo necesite para ser feliz el primer nivel; y habrá otra que necesitará llegar hasta el máximo peldaño (la auto realización).
También dependerá de los elementos que existan en cada uno de los estadios.
Para una persona seguridad puede consistir en una cabaña en el medio del bosque y para otra una mansión en el barrio más exclusivo de una capital mundial.
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