viernes, 19 de julio de 2013

Cena con mis amigas

Ayer tuve un bonito reencuentro con algunas amigas de toda la vida. Durante más de un año estuvimos separados, al igual que se separan los caminos cuando se extiende el trayecto de la vida.

Caminos que siempre vuelven a encontrarse y cuando lo hacen te llenan  de alegría.

La cena de ayer me hizo recordar. Recordé muchas cenas en mi casa, y en casa de estas amigas. Cenas en las que nos reuníamos todos y nos poníamos al día. 

Daba igual que nos hubiéramos visto hacia menos de 7, 3 o 1 día. Siempre teníamos cosas que contarnos. 

Las charlas eran amenas y hablamos de amigos en común, de proyectos de futuro, de recuerdos de la escuela, el instituto o la universidad (esta etapa fue más reciente). También de las fiestas que habíamos compartido y de las que íbamos a compartir.

Era una pasada ver congeniarse tan bien con toda esta gente. Notar que todo fluye de manera tan natural y tan enérgica.

Después de la cena casi siempre nos poníamos una película. Películas de humor, dramas o de misterio. Filmes que quizás a alguno nos sonaba que habían recibido una buena crítica. Aunque la proyección era lo de menos, lo que más valor tenía era la compañía y el poder comentar la obra sobre la marcha.

Ayer me hizo pensar en muchas de estas vivencias del pasado y me di cuenta que vale mucho la pena hacer que aquellas experiencias que te hacen disfrutar de la vida se repitan tanto como puedas.

Hace tiempo escuché unas frase respecto a la amistad que me gustaron y me hicieron pensar:

"Entiende que los amigos van y vienen, pero hay un puñado de ellos que debes conservar".

"Trabaja duro para conectar los agujeros de tu vida, porque cuanto más viejo te hagas más necesitarás a las personas que conociste cuando fuiste joven".