Cuando fui a hacer meditación guiada con un maestro procedente de la India, hubieron ciertas palabras que marcaron profundamente.
Dentro de sus enseñanzas sobre la vida y sobre como ser más feliz, habló acerca de las relaciones con los demás.
Lo que nos contó es que cuando nos dicen cosas que no nos gustan y nos enfadamos, nos ponemos tristes o nos quedamos afectados, es por una particular razón. Esta es que tales palabras han resonado en nosotros y nosotras (no son las palabras, es como las interpretamos y el valor que les damos).
Por ejemplo si tu eres una persona poco segura de ti misa, cuando recibas una crítica como, pongamos el caso, de que tu pelo no es bonito o que no le gusta tu ropa, tu respuesta será de preocupación.
Hay una gran diferencia cuando nos dicen palabras parecidas, y nosotros tenemos mucha más seguridad en nosotros/ as mismos. En el mismo caso si nosotros/ as somos conscientes de que sí nos gusta nuestro peinado o nuestro forma de vestir, tales palabras no tendrán ningún sentido negativo para nosotros.
Será como si hubiera entrado una diminuta mosca en la sala, no nos importará en exceso ni nos alarmaremos.
Por esto es tan importante intentar pararse unos instantes a reflexionar, en lugar de dejarnos llevar por las primeros sentimientos o reacciones emocionales que aparezcan en nosotros/ as.
Es fundamental saber que muchas veces la gente que nos ataca o nos quiere hacer daño lo hace por ciertas razones, quizás para ocultar su propia inseguridad, sus propios miedos, o incluso por envidia...
Si analizamos la actuación de los otros intentando pensar el origen de sus acciones podremos descubrir muchísimo sobre nuestro interlocutor/ a, en vez de empezar a juzgarnos a nosotros/ as mismos.
Es importante que te cuides, y para cuidarse hay que darse tiempo a uno mismo. Tiempo para reflexionar y tiempo para aprender.
¡Ánimos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario