sábado, 5 de octubre de 2013

Historia de un atentado

El atentado ocurrió un año antes de mi nacimiento. Yo vine al mundo en en un hospital de Barcelona un 10 de diciembre de 1989. A los pocos días ya fui a vivir con mis padres en su nuevo piso. Hacía escasos años que se habían instalado en un bonito edificio de El Masnou.

Para que os hagáis una idea mis padres eran una joven pareja que no había alcanzado aún los treinta años. Ella trabajaba como profesora en una escuela y él en una fábrica, y entre los dos habían empezado su propia familia. 

Quedaba muy poco para los juegos Olímpicos del 92. España se habría al mundo, y Catalunya seguía adelante con el crecimiento del nacionalismo... la lengua y la cultura catalana se expandían en cada uno de los ámbitos de la sociedad. Pero más allá de un proceso civil, natural y pacífico, se hayaba la violencia de por medio.

Vivíamos en la calle Navarra, una de las vías principales que cruza el municipio y que sigue el estereotipo del "San Francisco del Maresme" (por sus extremas subidas y bajadas). 

Y todo lo que voy a contaros no lo supe hasta que tuve la edad necesaria para poder comprenderlo. No sólo los hechos sino las causas y los ideales que subyacían bajo la superficie. 

El atentado ocurrió el 1988. Unos terroristas de la banda Terra Lliure colocaron un artefacto en una oficina de la compañía eléctrica FECSA. La explosión fue de madrugada.

Mis padres se sobresaltaron, y pudieron comprobar como todos los cristales de la fachada habían sido destruídos, mostrando un gran agujero de destrozos, runas y llamas en donde se hayaba antes el local. 

Por suerte ellos no resultaron heridos, aunque los acontecimientos hubieran podido ser de lo más fatídicos. Es más, en el peor de los casos yo no hubiera llegado a nacer.

Como es capaz de cambiar el destino de las personas la maldad o la locura de algunos seres.

Esto es lo más cerca que mi familia ha estado de la violencia. 

Es por esto que estoy tan a favor de la paz, de las formas pacíficas de manifestar los ideales personales, grupales o colectivos. 

Como decía Ghandi: "No hay camino para la paz, la paz es el camino".

Ha de ser muy doloroso para la consciencia de uno mismo el saber que has hecho daño deliberadamente.

Que has truncado la vida de una familia. Porque no nos engañemos detrás de cada víctima, hay una madre, un padre, hermanos y hermanas, familiares diversos, amigos y amigas, compañeros...

Las vidas humanas no son menos valiosas que banderas, símbolos o unas meras marcas en el suelo llamadas fronteras.

¿Cuando llegaremos a entender todo esto?


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