Este último fin de semana lo he pasado en compañía de mi pareja y de su familia. Subimos con sus primos la noche del viernes y llegamos justo para poder cenar en un ambiente de lo más rústico y caluroso.
Nos alojamos en una casa que dispone su familia y que se haya en el mismo pueblo (pocos minutos del centro). Al día siguiente nos levantamos con muchas ganas de poder disfrutar de la nieve y de los maravillosos paisajes invernales.
Des de las ventanas mismas de la casa podíamos contemplar la majestuosidad de los Pirineos cubiertos de una densa capa de puro blanco.
Sus familiares disponían en el garaje de un armario lleno de material para poder esquiar. Así que nos calzamos las botas, cargamos los esquís y nos dirigimos a las pistas de Masella.
Allí bajamos unas cuantas pistas hasta que una fuerte tormenta nos sorprendió. Regresamos como pudimos con el todo terreno, para al fin resguardarnos en la casa.
El espectáculo era fabuloso, poder estar dentro del comedor bien calentitos, mientras veíamos como caían con rapidez e intensidad los gruesos copos de nieve.
Esa misma tarde decidimos ir a las pistas de skating del pueblo. Aprovechamos que la tormenta había ofrecido una ligera tregua.
Patinar en el skating de Puigcerdà es una gran experiencia, no tanto por la actividad sino por el lugar (una pista donde se han celebrado mundiales de hockey sobre hielo).
El día siguiente lo pasamos por la mañana en el pueblo, visitando el lago, las tiendas y el mercadillo tradicional de la localidad. En él pudimos probar toda clase de productos artesanales y las mejores degustaciones de la zona.
El mediodía lo dedicamos a hacer una guerra de nieve y a construir un espléndido muñeco de nieve.
Puigcerdà es un lugar de gran encanto que ofrece el poder desconectar del frenético ritmo de la ciudad. Tanto si prefieres gozar de actividades de nieve como si disfrutas más con un paseo o de las vistas mismas, es una opción ideal para un fin de semana.




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