Esta mañana de sábado, he ido a visitar a mi coach y amigo Joan Miquel en Arenys de Mar.
El sol radiante anunciaba una tregua al frío y al mal tiempo. Viajaba en el tren contemplando el paisaje veloz en la ventana. La gente en la playa como buen signo de la inminente llegada del verano.
Al llegar, una gran alegría de ver a Joan Miquel. Él fue mi coach durante el año pasado, y con el trabajo que hicimos logré grandes avances en mi vida. Crecí mucho a nivel personal y profesional.
Aprovechando el buen tiempo hemos subido la cuesta del pueblo en dirección al cementerio.
Éste recibe el nombre de "Cementerio de Sinera", propio de la obra del poeta y escritor Salvador Espriu (representa el nombre de Arenys al revés).
El lugar tiene su encanto ya que las propias vistas del mar son impresionantes, además del gran número de estatuas que alberga.
Una vez en su interior he intentado buscar la tumba de Salvador Espriu, y que curioso que ha resultado al descubrir que ninguna gran escultura o lápida ornamental cubría sus restos. Todo lo contrario. Su lápida, es un claro ejemplo de como era su personalidad: humilde, sincera, y diáfana.
También he conocido la historia del señor Ramis, un señor Scrooge en versión local.
La experiencia de visitar el cementerio ha sido de lo más enriquecedora ya que siempre es interesante poder tener presente la muerte, como un elemento natural y aceptarla, para así poder abrazar con más vigor la propia vida.
La charla con Joan Miquel ha sido de lo más interesante, habiéndonos podido poner al día, y además pudiendo haber hablado de política, sociedad, empleo, filosofía y religión.
Conversaciones que tienen su propio peso y que te hacen pensar y crecer.