Hace unas semanas me ocurrió algo de lo más curioso. Me encontraba realizando la pasación de mi test piloto (un test que estoy creando para la tesina del Máster y para el inmediato doctorado).
Estuve toda la mañana del jueves recorriendo todas las principales universidades que se encuentran en el centro de Barcelona.
Des de las 9 de la mañana hasta las 2 y media de la tarda sin parar.
Llevaba tantas pasaciones del test que ya cuando iniciaba una nueva conversación con un alumno universitario, mi discurso se activaba de forma automática.
- "Perdona que te moleste, estoy realizando una investigación para mi futuro doctorado y estoy pasando unos tests. Son sólo 5 minutos para efectuarlo. Te animas a participar?"
Así hasta llegar a una muestra de 200 sujetos.
Parece fácil pero no lo es. Me considero una persona con bastantes buenas habilidades sociales, pero aún así la tarea costó lo suyo.
Pues la sorpresa vino cuando al hacer el recuento me dí cuento que pese a todos los esfuerzos que había hecho aún me faltaban unas 30-40 tests por pasar.
El tiempo y el cansancio me dominaban y no sabía verdaderamente que hacer. Cuando ya me daba por vencido, al cruzar por el carrer Tallers de Barcelona me fijé en un cartel de una tienda de ropa y zapatillas deportivas.
En él ponía la siguiente frase: "No te rindas".
No sé porque pero esa frase parecía ir dirigida a mi. Era como si el dependiente o la dependienta de la tienda hubiera escrito esta frase pensando en alguien necesitado de fe y de energía como yo.
Obviamente fue una coincidencia, pero lo sorprendente fue apreciar como el poder de 3 palabras pudo insuflar en mi interior la motivación suficiente como para terminas los últimos tests que me quedaban y encima en un tiempo récord.
Esta anécdota me hace pensar, en como palabras de motivación y de soporte a la gente que nos rodean pueden ser activadores o palancas para animarles a superarse.
¡Pruébalo!