La República Checa, antigua Checoslováquia, es un país que ha sufrido mucho, tanto por el nazismo como por el comunismo. En la ciudad se albergan varios monumentos en recuerdo a su trágico pasado.
Algo muy bueno que tiene Praga son los precios de la comida y de la bebida. En especial de la cerveza, con una de las marcas más conocidas, la Pilsner. Por unos tres o cuatro euros podréis comer en muchos bares y restaurantes platos típicos del país. Os aseguro que con un único plato estaréis llenos.
Pato asado con sauerkraut
Cerdo asado acompañado de pasta y col.
Siguiendo con la visita de la ciudad, hicimos una parada en el barrio judío donde pudimos descubrir el Antiguo Cementerio Judío, donde debido al déficit de espacio ha permanecido con un toque de antiguedad y de impasibilidad a lo largo de los siglos. En la zona también abundan sinagogas y otros establecimientos claramente con signos de la comunidad judía.
Ya diriegiéndonos hacia el sur de la ciudad, pudimos apreciar la Casa Danzante, tambien conocida por el nombre de la pareja de bailarines o Ginger y Fred. Una construcción deconstructiva que a su manera me inspiraba algunas similitudes con algunas obras contemporáneas catalanas.
Hay muchos otros lugares faltos de ver, pero que ya había explorado en mi primera ocasión. Pese a ser unas pequeñas vacaciones turísticas también encontré mis momentos más de ocio.
Celebrar un Halloween en un país centroeuropeo no tiene desperdicio. Y que mejor idea que la de añadir algún pequeño elemento de estilo vampírico.
Para celebrarlo fuímos con los amigos de Hannah al Chapeau Rouge Bar; Club situado en la plaza de la ciudad antigua. En su planta de arriba, un bar con luces rojas que parecía bastante tranquilo y agradable para tomar algunas copas. Pero una vez en la planta inferior, unas puertas metálicas albergaban una experiencia de lo más surrealista.
En su interior a modo de caverna demoníaca una música y un ambiente sacados de la mismísima película de Blade. Gente de toda clase de estilos, algunos mismísimos vampíros enmascarados en sus propios disfraces de Halloween. Sólo contaros que sobreviví y con el cuello intacto.
Si estaís pensando en la idea de viajar a Praga no lo dudéis, seguro que disfrutaréis y tal vez os enamoréis también de ésta.
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