Internet ha revolucionado nuestras posibilidades a la máxima potencia. Ha creado un mundo disperso, inacabable y lleno de variedades muchas veces más complejas y exclusivas que el mundo real que nos rodea. Aún así, este mundo puede tomar distintas formas y apariencias, y esto es de lo que voy a tratar hoy.
¿Qué es Second Life?
Se trata de un universo virtual accesible de forma completamente gratuita en Internet con el único requisito de descargar e instalar un programa en tu ordenador. Este mundo se desarrolla con la creación de avatares, es decir, con la formación de identidades que serán la manera con la cual las personas podrán desenvolverse en esta dimensión.
Las personas en Second Life pueden hacer tantas cosas casi como la vida misma: pueden explorar el inacabable mundo virtual, interactuar con otros residentes, establecer amistades o contactos, participar en toda clase de actividades individuales como sociales, crear y comerciar propiedades virtuales o servicios entre ellos...
Si, lo habéis leído bien, se pueden crear objetos 3D e intercambiar estos en un sistema de mercado abierto que tiene la moneda oficial del Linden Dollar ($L). Esta moneda virtual es canjeable por monedas del mundo real, de tal forma que es una muy buena alternativa a cualquier trabajo que se nos ofrezca.
Second Life es como una segunda vida en la cual podrás hacer todo aquello que te apetezca, desde actividades culturales, políticas, económicas... Todo lo que quieras puesto que los límites los marcas tu mismo.
También ya hay muchas compañías, organizaciones, grupos, asociaciones, etc, que disponen de una representación virtual en este increible mundo, e incluso hay paises que disponen de su propia embajada en este metaverso.
Mi experiencia personal de haber estado algunas semanas probando Second Life (aunque ya lo miré cuando casi salió hace ya años), es la de que es un lugar realmente entretenido donde puedes hacer muchísimas actividades (volar, hacer amistades, explorar lugares, crear objetos, cambiar de aspecto...), pero que nunca podrá sustituir lo que realmente llamamos real, o al menos no por ahora, ya que dipsonemos de sentidos que aún nos alertan de que lo real es el teclado y la pantalla del ordenador que tenemos enfrente.
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