Hace un par de años por estas fechas me fui con mi familia en coche al sud de Francia. Cruzamos Perpignan, Narbone, hasta llegar a Carcassone y Tolouse.
Los Cátaros formaban parte de un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados del siglo X. Su área principal era la zona del Languedoc.
El Catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material.
La Iglesia Católica, no vió con buenos ojos estas prácticas y las consideró heréticas. Ésta invocó a la corona de Francia para proceder con su exterminio (Cruzada albigense de 1209).
A finales del siglo XIII el movimiento fue extinguiéndose.
A través de esta ruta visitamos pueblos y ciudades, todas con signos y señales de su pasado cátaro. En las calles y las catedrales, pero sobretodo en los castillos.
El que más recuerdo es el de la fortaleza de Montsegur. Un castillo erigido en la cima de una escarpada colina. Para llegar a él hay que subir por empinados caminos durante más de media hora. La fortaleza está casi derruida, agunatando las murallas y algunas otras estructuras. Las vistas eran impresionantes. Éste fue uno de sus últimos reductos y el lugar donde dice la leyenda se escondió su tesoro.
Y también otra gran recuerdo fue el de entrar a la ciudad medieval de Carcassone, con sus largas murallas y edificios intactos de la época. Es como retroceder al pasado con los caballeros y sus armaduras.
Unas vacaciones por el Camí dels Bons Homes.
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