Cuando era pequeño recuerdo haber pasado muchos mediodías jugando en el patio de mi escuela. Me quedaba a comer y aún tengo en mi memoria ese patio de rayuelas rojas.
Mediodías calurosos de verano donde comía rápido para tener más tiempo que dedicar a mis juegos de patio.
Solía mirar el cielo y contemplar sus nubes y el sol.
Tendía a pensar una teoría de lo más curiosa y graciosa.
Había momentos en los que la luz y el calor se iban para dejar paso a las sombras que todo lo cubrían.
Obviamente era un efecto provocado por el movimiento de las nubes que tapaban al sol.
Pero en mi caso me imaginaba que había en el mundo una balanza general entre el bien y el mal.
Cuando en el mundo había más personas haciendo el bien que haciendo el mal, la luz y el calor lo cubrían todo. Y por el contrario cuando en la Tierra había más gente que hacia acciones negativas, la balanza se desequilibraba, y las sombras y el frío lo cubrían todo.
Era una especie de cuento imaginario con el que me recreaba mentalmente.
Es curioso que una persona tan pequeña, ya tenía estos pensamientos casi des de los 5-6 años o antes, con una idea tan especial del bien y del mal.