Acabo de regresar de Pamplona tras celebrar los San Fermines. El sueño y el cansancio son presentes pero también la notoria sensación de haber vivido una experiencia totalmente única e irrepetible.
El año pasado tuve la intención de ir a San Fermines pero por obligaciones y por la falta de un acompañante de aventuras acabé desistiendo. En esta segunda ocasión las circunstancias pintaban bastante parecidas, así que me arriesgué y seguí adelante con mi plan.
El miércoles me hice con los últimos asientos de ida y de vuelta en autobús de Barcelona a Pamplona, y con mi mochila y muchas ganas de diversión, me planté el viernes por la mañana en la Estación del Nord de Barcelona.
Un sentimiento de adrenalina imbuía mi cuerpo. No sabía donde iba a dormir, con quien iba a salir de fiesta ni donde me iba a asear, pero esto fue un aliciente para magnificar la vivencia.
En el autobús conocí a un chico de Navarra quien me facilitó algunas pinceladas sobre la ciudad y sus fiestas. Pero el golpe de suerte surgió cuando una chica de la web de couchsurfing aceptó mi petición de hospedaje.
¡BINGO!
A sólo dos horas de llegar a Pamplona, había logrado que alguien me fuera a recoger a la parada de autobuses y que encima me iba a dejar dormir en su piso. Un piso que se encontraba a tan sólo unos 10-15 minutos del centro.
Empezaba un fin de semana con una magnífica racha de buena suerte.
Al llegar me presenté a Natalia y a su compañero de piso Víctor. Los dos estudiaban un Máster sobre Intervención Social en la ciudad.
La tarde la pasé con Víctor quien me enseño los lugares más emblemáticos de la ciudad, como por ejemplo: la Ciudadela, el casco antiguo, el Bar Iruña (donde se tomaba los cafés y las copas Ernest Hemingway), el ayuntamiento, la catedral, la calle de la Estafeta, la plaza de toros, el paseo de Ronda...
Por la noche llegó Jeimi, otro huésped de Natalia. Este chico era de Lancaster y con él ya salí de fiesta la primera noche
El ambiente del casco antiguo era de pleno bullicio. Se respiraban muchas ganas de celebración.
Ya empezaba a haber mucha gente, aunque se palpaba en el ambiente que el día importante iba a ser mañana con el inicio de las fiestas.