martes, 16 de julio de 2013

Ser tu esencia

Cuando tenía 15 años decidí hacer un importante cambio en mi vida. 

En mi infancia y pre-adolescencia no era un chico como lo soy ahora. Todo lo contrario. Me consideraba introvertido, con un círculo escaso de amistades y siempre un poco aislado del grupo general.

Era de los llamados "empollones" de la clase. Mi media era de dieces en todo y pese a estar contento en el ámbito académico, en el ámbito social o relacional no me sentía igual.

Los años anteriores había estado disgustado por el hecho de sentirme distinto. Parecía como si hubiera una barrera con los demás compañeros/ as. Mis motivaciones eran distintas y no me sentía muy unido a ellos.

Entonces pasé un verano en un pueblo cercano de Málaga. Allí empecé una nueva vida. Nadie me conocía. Nadie sabía de mi, y esto me dio una nueva oportunidad. No dudé en aprovecharla y descubrí algo de lo más curioso: era posible cambiar y ser alguien totalmente nuevo.

Al volver en setiembre al instituto pensé que aquella pequeña prueba podía volver a funcionar. Así que como si se tratara de una obra de teatro, me fijé en el rol que tomaban mis compañeros/ as más populares. Pronto me puse a su altura obteniendo un muy buen reconocimiento por parte de estos.

Empecé a ir a fiestas, a pasar más tiempo con ellos. Le pillé el gusto y el truco. E hice girar una tuerca más a todo el engranaje. No sólo logré destacar sino que puse el foco de luz encima mio.

Conseguí ser discjockey y ya me sentía a un nivel superior. Aquello parecía demasiado fácil. Hacer reír a los compañeros/ as, convencer a la gente y pasarlo en grande, pero pagando el precio de las malas cualificaciones.

Reflexioné y me di cuenta de que aquello no era lo que yo quería. Ya había logrado "vivir la experiencia" y estaba convencido de que no quería ser más así. La fiesta de disfraces había durado demasiado.

Me volví a centrar, pero me guardé conmigo la idea y la experiencia de poder convertirme en cualquier cosa que yo quisiera.

Ahora estoy convencido de querer ser yo mismo, ya no tanto de ser una versión mejorada y perfeccionada de mi, sino convertirme en la esencia de mi ser.

Alguien con menos capas y más coherente. Aceptarme y quererme buscando aquello que me hace ser quien realmente soy.