Después de tantos años sin ir a Port Aventura por estas fechas, me hizo mucha ilusión poder pasar el día del domingo en él.
Sólo al acceder toda la Mediterránea estaba infestada por una maraña de arañas gigantes y de calabazas terroríficas.
Usamos bien nuestra táctica y nos plantamos en el Dragon Khan sin hacer casi nada de cola. A continuación viajamos al Himalaya a través de la atracción llamada Shambhala. Fue una auténtica pasada poder gozar de una bajada tan salvaje (es la montaña rusa más alta de Europa).
Para mi la sensación fue parecida a la de lanzarme literalmente al vacío.
Luego para mantener los niveles de adrenalina, nos montamos en el Huracán Condor. El corazón casi me sale de la boca.
Pero lo que realmente ansiábamos era pasar miedo, así que nos dirigimos al Far West para poder recorrer el pasaje de la Penitenciaria.
La de sustos que nos dieron y los que di escondiéndome yo en algunas esquinas.
Seguimos la aventura y en esta ocasión bajamos con balsas por los rápidos del Gran Cañón.
La idea del miedo regresó a nuestras mentes y ya no volvió a desaparecer hasta que volvimos a casa.
En la Polinesia descubrimos la atracción de REC. Este pasaje del terror es una actividad que organiza el parque junto con la productora de las tres películas, única y exclusivamente para Halloween. En ella participan más de 45 actores los cuales están perfectamente caracterizados con los personajes de la saga.
Tiene un precio adicional de 5 euros pero vale muchísimo la pena. Es como estar en las tres películas, los decorados, la escenificación, los sonidos... todo es de lo más real. Para que os hagáis una idea es lo más parecido a poder vivir una película de miedo en primera persona.
Y ya para finalizar esperamos a que oscureciera para poder visitar la selva del miedo. Esta consiste en un recorrido por caminos ocultos de la Polinesia donde los actores se esconden en medio de los bosques de bambú.
Un día genial para poder vivir un gran cóctel de emociones: alegría, miedo, sorpresa, excitación, satisfacción...
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