jueves, 27 de febrero de 2014

El yo y la personalidad surgen de la experiencia

Para Rogers, el yo no es una identidad fija, sino una entidad fluida, cambiante y abierta; la experiencia humana fluye libremente y tiene posibilidades ilimitadas. La existencia no es tanto un viaje que culmina en un punto de llegada como un proceso continuo de desarrollo y descubrimiento que no cesa hasta que mirmos. 

El objetivo tal como lo ve él, es que la experiencia sea el punto de partida para construir nuestra personalidad, en lugar de tratar de hacer encajar nuestras experiencias en una noción preconcebida de nuestro sentido del yo. 

Si nos aferramos a nuestras ideas sobre cómo deberían ser las cosas en lugar de aceptar cómo son realmente, es probable que percibamos que nuestras necesidades no encajan con lo disponible.

Cuando el mundo no "hace lo que queremos", y nos sentimos incapaces de cambiar nuestras ideas, surge el conflicto en forma de actitud defensiva (negamos, distorsionamos....).

De este modo, nos negamos a nosotros mismos la posibilidad de todas las reacciones, sentimientos e ideas potenciales, y descartamos como equivocadas o inadecuadas una amplia gama de opciones. 

Hay que estar plenamente abiertos a las nuevas experiencias y hallarnos totalmente libres de la actitud defensiva.

Una vez hemos escapado de la trampa de las preconcepciones mentales, podemos permitirnos alzar el vuelo, y en lugar de organizar nuestra experiencia para amoldarla a nuestra idea del mundo, "descubrimos la estructura en la experiencia". 

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